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Acerca de nosotros

Los jesuitas son miembros de la Compañía de Jesús. Actualmente, casi 17,000 hombres prestan servicios como sacerdotes y hermanos en ministerios el todo el mundo.

La Compañía de Jesús es la orden religiosa masculina más grande en la Iglesia Católica Romana. La Compañía de Jesús está disponible especialmente para misiones del Papa.

El objetivo de la formación jesuita es desarrollar el potencial de la persona íntegra – cuerpo, mente y espíritu – para la misión universal de la Compañía de Jesús y al servicio de la Iglesia. De ahí que el programa de formación dedique largos períodos largos a la oración, espiritualidad, desarrollo personal, desarrollo intelectual, sensibilización cultural y de los medios de comunicación, inserción en el mundo en desarrollo, lo que lleva a una disponibilidad de la misión jesuita, cuyo ámbito se extiende a todas las disciplinas académicas, culturales y espirituales por todo el mundo. Idealmente, un jesuita que ha recibido formación está disponible para ser enviado a cualquier misión, y la duración de la formación es para preparar esta flexibilidad.

Los jesuitas pueden elegir ser sacerdotes o ser hermanos. Ambos grupos de hombres toman los mismos votos y viven y rezan en una comunidad religiosa. Los sacerdotes son ordenados y administran los sacramentos y celebran misa. Aunque los hermanos no sienten el llamado a la vida sacerdotal, participan plenamente en la obra de la Compañía de Jesús, cuya misión es “el servicio de la fe y la promoción de la justicia”.

Los pastores de las parroquias católicas pueden ser sacerdotes diocesanos o miembros de órdenes religiosas como la de los jesuitas. Todas las parroquias son parte del sistema diocesano local, y cada cierto tiempo los arzobispos invitan a los jesuitas a dotar de personal a las parroquias y otros ministerios de donde crean que nuestros talentos pueden favorecer el crecimiento y a la comunidad.

Las parroquias Católicas Romanas siempre son parte de una diócesis local, pero los pastores pueden ser sacerdotes diocesanos o religiosos. Los sacerdotes diocesanos hacen una promesa de castidad y obediencia; están bajo la autoridad de los obispos. Los religiosos pertenecen a comunidades como la Compañía de Jesús, que normalmente están guiadas por una misión o tradición espiritual particular. Los sacerdotes religiosos, incluidos los jesuitas, hacen votos de pobreza, castidad y obediencia; están bajo la autoridad de su superior local y provincial. Los jesuitas hacen un voto adicional de obediencia al Papa, poniéndose a su disposición.

Los jesuitas provinciales son nombrados por el Superior General en Roma para desempeñar términos de seis años. Los provinciales supervisan las unidades geográficas llamadas provincias. Hay dos provincias jesuitas en Canadá: la provincia de los jesuitas en Canadá angloparlante y la provincia de Canadá francoparlante, cada uno con su propio provincial.

En latín: Societas Jesu

En filipino: Kapisanan ni Hesus

En inglés: Society of Jesus (Companions of Jesus)

En español: Compañía de Jesús (Compañeros de Jesús)

Nombre popular: Jesuitas o mga Heswita

La Compañía de Jesús cuenta hoy día con unos 18000 miembros, siendo la única orden de sacerdotes y hermanos más grande del mundo. En Filipinas, contamos con más de 300 hombres en Luzón, Bisayas y Mindanao.

“Es reconocer que uno es pecador y, sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue Ignacio, que rogaba a la Virgen María que lo situara junto su Hijo, y quien luego vio al Padre Mismo pedir a Jesús, cuando cargaba Su cruz, que llevara este peregrinaje a su compañía…»

“Es comprometerse, bajo el estandarte de la cruz, en la lucha crucial de nuestro tiempo, la lucha por la fe y esa lucha por la justicia que la misma fe exige”.

del Decreto de la Congregación General 32 en “Jesuitas hoy”

El jesuita hace votos religiosos que son apostólicos. Se compromete hasta la muerte a los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Esto se hace para que pueda estar totalmente unido a Cristo y compartir Su propia libertad para estar al servicio de todo el pueblo de Dios. De esta manera, el jesuita formaliza este compromiso, a través de votos públicos de pobreza, castidad y obediencia.

La vinculación de los jesuitas a estos votos los deja libres:

  • libres por su voto de pobreza, para compartir la vida de los pobres, confiando en la providencia de Dios, y para utilizar cualquier recurso que tengan, no para su propia seguridad y comodidad, sino para el servicio a los demás;
  • libres por su voto de castidad, para ser “hombres para los demás”, en amistad y comunión con todos, pero especialmente con aquéllos que comparten su misión de servicio;
  • libres por su voto de obediencia, para responder al llamado de Cristo manifestada por Él a quien el Espíritu ha colocado sobre la Iglesia, y para seguir el ejemplo de sus superiores, especialmente el Padre General, que tiene plena autoridad sobre ellos.

Además, siguiendo a Ignacio, los jesuitas han pedido a Cristo nuestro Señor que les permita prestar este servicio de un modo que les da una personalidad propia. Han elegido prestarlo en forma de una vida consagrada, poniéndose al servicio no solo de las iglesias locales, sino de la Iglesia universal, mediante un voto especial de obediencia a la persona que presida la Iglesia universal, es decir, el Papa.

El hermano jesuita es un hombre llamado por Dios para la obra apostólica y misionera de la Iglesia. Es un hombre que consagra la labor de sus manos, todos sus talentos, toda su vida, al servicio de Dios y el prójimo. Hace esto como miembro pleno de una hermandad de hombres con una misma visión, la COMPAÑÍA DE JESÚS. Como jesuita, se compromete totalmente a Dios tomando los votos de pobreza, castidad y obediencia.

Cuando Ignacio y sus compañeros discernieron el modo en que deberían vivir su vocación, su experiencia ya estaba vinculada al ejercicio del ministerio sacerdotal. Pero la movilidad necesaria para vivir la vocación llevó a Ignacio a aceptar en la Compañía una diversidad de sacerdotes y hermanos para compartir la misma vocación y contribuir a la única misión. Todos los miembros están bendecidos con la llamada para seguir a Jesús, pobre y humilde.

La vocación del hermano es ser enviado a trabajar enérgicamente para ayudar a la salvación y perfección de las almas de los demás. Los hermanos comparten y contribuyen con la única vocación apostólica a través de la llamada personal del Espíritu. Pueden funcionar en cualquier misión adecuada para la Compañía de Jesús. Los hermanos están íntimamente involucrados en cada tarea apostólica de la Compañía a través de la cual se lleva a cabo esta misión.

Por tanto, la primera y más importante contribución de un Hermano es la entrega de sí mismo, ofrecida libremente en el servicio del Señor.

Si es aceptado en la Casa de Candidatos, al solicitante se le pide que contribuya con alguna cantidad para sufragar los gastos asumidos por la Compañía de Jesús. También se espera que se haga cargo de sus necesidades personales durante su candidatura.

Sin embargo, cualquier persona que no pueda cumplir con estos requisitos financieros puede explicar su situación al Director de Vocaciones, o al Director de la candidatura, que determinará los arreglos que sean factibles. No se niega la admisión a nadie por motivos puramente económicos.

Tan pronto el candidato es aceptado al noviciado, ya no tiene más obligaciones financieras. La Compañía, con la ayuda de generosos benefactores, se hace cargo de financiar toda su formación y capacitación en la Compañía.

Continuar rezando, recibir los sacramentos. Participe  en su parroquia y las actividades religiosas de la escuela, especialmente en el sacramento de la Eucaristía. Escríbanos o visítenos. Con gusto le acompañaremos en su búsqueda. Lo exhortamos a que asista a nuestro seminario de orientación vocacional y otras actividades. Llámenos al 0917-JESUITS (09175378487) o envíenos un correo electrónico a vocations@phjesuits.org.

La espiritualidad es una visión unificada del mundo y un modo de vida. La espiritualidad cristiana es creer y actuar de acuerdo a la autorrevelación de Dios en Cristo. Hay muchos modos de hacer esto, todos ellos fieles al Evangelio, pero histórica, psicológica y culturalmente distintos.

La espiritualidad ignaciana está arraigada en la vida y experiencias de San Ignacio de Loyola. El libro de Ejercicios Espirituales de Ignacio, derivado de su experiencia personal, fue escrito para ayudar a las personas. Contiene una serie de meditaciones y oraciones, consideraciones, reglas y buenos consejos a los que se puede recurrir cuando sea necesario. Este libro es la fuente escrita de los principios de la espiritualidad ignaciana. Las personas que han hecho los ejercicios y han adoptado sus principios son fiel demostración de la espiritualidad ignaciana.

 

Características de la espiritualidad ignaciana

Algunas de las características de la espiritualidad ignaciana son:

  • La creencia de que somos creados, perdonados, aceptados y amados incondicionalmente por Dios, y son llamados a una vida de unión con Dios ahora y por toda la eternidad.
  • La convicción de que Dios no se mantiene alejado de la creación, sino que actúa activamente en nuestro mundo y nuestras vidas.
  • La afirmación del mundo, cuyos elementos han sido todos creados buenos y en los cuales se puede encontrar a Dios.
  • La reverencia por Dios y la gratitud por los dones de Dios conducen a una respuesta de amor y servicio.
  • La contemplación, buscando y encontrando a Dios en todas las cosas, en la acción así como en la oración.
  • El respeto y la reflexión sobre la experiencia humana, ya que la presencia y la llamada de Dios se puede descubrir ahí.
  • La oración y el discernimiento continuos, prestando atención especial a los movimientos internos del corazón a través de los cuales Dios se manifiesta.
  • La conciencia de que Dios trata directamente con casa persona, y que cada persona debe ser tratada con atención individual.
  • El respeto por la libertad de cada individuo para responder al llamado de Dios.
  • La clara distinción entre Dios y todas las demás cosas que son medios para el amor y el servicio de Dios y los demás.
  • La libertad de los apegos desordenados a cualquiera de estos medios en sí mismos de manera que podamos discernir claramente, juzgar acertadamente, elegir correctamente y responder fiel y amorosamente a Dios.
  • La conciencia crítica de la distinción entre la acción de Dios y los movimientos que se originan en otros lugares que socavan la libertad y el amor.
  • El amor personal por Jesús, que se expresa en un compromiso por trabajar como su compañero y para continuar su misión en el mundo por el bien de nuestros semejantes.
  • La dedicación a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, y al Santo Padre, su vicario.

El compromiso con el bienestar de nuestros semejantes, especialmente los marginados, pobres y oprimidos, por un servicio de fe del cual la promoción de la justicia es una parte esencial.

Cuando terminaron sus estudios, Ignacio y sus compañeros decidieron ofrecerse al Papa para cualquier ministerio que deseara. Consideraron que Dios los estaba llamando para formar una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús.  En vez de comprometerse a una sola labor y a prácticas religiosas específicas, decidieron quedarse a la disposición de ser enviados, sin aviso previo, a cualquier parte del mundo donde la necesidad sea mayor, y adoptar el modo de vida necesario para ese fin.

Ignacio fue elegido director de esta nueva orden llamada la Compañía de Jesús por su devoción a la persona del Señor encarnado. Más tarde se llamaron jesuitas, un nombre que pretendía burlarse de su uso frecuente del nombre de Jesús. Los jesuitas acogieron y adoptaron el nombre. Ignacio es la base donde los jesuitas, y la Casa de retiro de los jesuitas de Cleveland y su ministerio, tienen su sede.

Para conocer más sobre la Compañía de Jesús, le sugerimos estos enlaces:

La Compañía de Jesús de los Estados Unidos

La provincia jesuita del medio oeste

La curia jesuita de Roma

Los ejercicios espirituales

Ignacio quería compartir con otras personas los frutos de su experiencia de Dios, y tomó notas para su uso que le ayudaran a hacer esto. Esas notas aumentaron hasta convertirse en un pequeño libro de instrucciones llamado Los ejercicios espirituales. Estaba destinado a ayudar a la persona que dirigía a otra en un programa estructurado de contemplación y oración de treinta días más que para el uso de la persona que era dirigida.

Algunos de los temas principales normalmente abordados en las cuatro semanas o período de los ejercicios son:

Semana 1

  • El amor incondicional, siempre fiel de Dios.
  • El pecado: nuestro fallo y el fallo de la familia humana para responder con amor al amor de Dios.
  • El amor, misericordia y perdón cada vez mayor de Dios.

Semana 2

  • La persona y vida de Cristo.
  • Nuestro llamado al discipulado, ministerio y amistad con Jesús.
  • Conocer a Cristo más íntimamente, amarlo más ardientemente, seguirlo más fielmente.

Semana 3

  • La última expresión del amor de Dios.
  • El sufrimiento y muerte de Jesús por nosotros.

Semana 4

  • El triunfo de Jesús sobre la muerte.
  • Jesús comparte su gozo con nosotros.
  • Enviados por Jesús a una misión.
  • Facultados por su Espíritu.
  • La presencia continua de Cristo en el mundo y la vida de la persona que asiste a un retiro.
  • La llamada para corresponder al amor constante de Dios mediante la ofrenda de todo nuestro ser a Dios.

Todos los jesuitas completan los treinta días de ejercicios espirituales. A través de los siglos, los jesuitas han adaptado los ejercicios a retiros más cortos dirigidos individualmente de seis a ocho días de duración, y a conferencias o retiros grupales de algunos días de duración en los cuales el director presenta varios temas de los ejercicios a personas individuales o a un grupo de personas, que rezan personalmente sobre el material presentado.

Los ejercicios espirituales de San Ignacio normalmente se experimentan en una de estas adaptaciones más cortas, pero ocasionalmente  las personas se sienten movidas por la gracia para hacer los ejercicios espirituales completos en una casa de retiro como un retiro silencioso de treinta días, o en casa como los ejercicios espirituales en la vida diaria. [También llamado el retiro de la decimonovena anotación].

La Casa de retiro jesuita de Cleveland es el marco perfecto para hacer los ejercicios, ya sea en su forma original o en la forma modificada que se ajuste a su apretada agenda.

San Ignacio nació en el País Vasco, España, en 1491. En su juventud, profesó una carrera mundana como cortesano y soldado. A los 30 años fue impactado por una bala de cañón en la batalla de Pamplona.

Durante el año que tomó su recuperación, no tenía libros para leer excepto una vida de Cristo y vidas de los santos. Soñaba con convertirse en un soldado heroico y servir a Dios, y se dio cuenta de que, aunque ambos sueños eran agradables, la dulzura del primero se desvaneció rápidamente, mientras que la del segundo perduró. Dedujo de esto que el segundo era una indicación de la voluntad de Dios y que Dios nos habla a través de consuelos y desolaciones y otros movimientos interiores. A medida que continuó leyendo y rezando, comenzó a reconocer que Dios lo estaba llamando para seguir a Jesús.

Después de su recuperación, viajó al monasterio de Montserrat cerca de Barcelona, y allí se dedicó al servicio de Dios. Su conversión se hizo más profunda tras diez meses de oración en Manresa, un pueblo a unas diez millas de distancia. Allí experimentó visiones y ansiedades, alegrías y escrúpulos, y aprendió a discernir la diferencia entre las obras de Dios y las del espíritu del mal.

En visiones místicas más allá de las palabras, Ignacio experimentó el amor de la Trinidad comunicándose con nosotros y obrando en la creación por amor a nosotros. Comenzó a liberarse de todo lo que lo apartaba de Dios. Y deseaba ardientemente compartir su experiencia de Dios con los demás.

Pero en esos días era difícil que una persona laica sin educación enseñara materias religiosas. Tuvo que volver a los estudios a los 30 años, obtener un título y hacerse sacerdote. Fue a la Universidad de París, donde encontró compañeros, entre ellos Francisco Javier.

El ministerio del Centro de retiro jesuita de Cleveland está arraigado en la vida de San Ignacio. Ofrece un lugar sagrado para que los hombres y mujeres contemporáneos hagan los ejercicios espirituales de San Ignacio. ¡Estamos aquí para darle la bienvenida!