Quiénes somos
Hay aproximadamente 60 provincias jesuitas en todo el mundo (aunque su número y límites nunca han sido estáticos). Cada provincia tiene un superior que es llamado «el Provincial», que a su vez depende directamente del gobierno central jesuita o «curia» en Roma, encabezado por el Superior General. El actual «Padre General», como se le suele llamar, es el Padre Arturo Sosa, S.J.
En Estados Unidos hay actualmente cuatro provincias; en Canadá hay una. Además, hay muchas comunidades jesuitas dentro de cada provincia, y cada una suele estar dirigida por un «superior».
El brazo administrativo de los jesuitas de Canadá y Estados Unidos es la Conferencia Jesuita de Canadá y Estados Unidos (JCCU, por sus siglas en inglés). La Conferencia ayuda a coordinar las relaciones entre todas las diferentes entidades jesuitas, incluidas las organizaciones de servicio y las provincias, así como los lazos entre estas y la sede internacional de Roma.
Los líderes jesuitas de todos los países se reúnen periódicamente en las llamadas Congregaciones Generales, a menudo para elegir a un nuevo Superior General y abordar cuestiones importantes a las que se enfrentan la orden, la Iglesia y el mundo. Ha habido 36 Congregaciones Generales a lo largo de la historia de los jesuitas, y son la máxima autoridad de gobierno de la Compañía de Jesús.
En los Estados Unidos actualmente hay cuatro provincias, y en Canadá hay una. Y hay muchas comunidades jesuitas en las provincias, cada una de ellas dirigida usualmente por un “superior”.
El brazo administrativo de los jesuitas de Canadá y los Estados Unidos es la Conferencia jesuita de Canadá y los Estados Unidos. La Conferencia ayuda a coordinar las relaciones entre todas las distintas entidades jesuitas, incluidas las organizaciones de servicio y las provincias, así como las relaciones entre ellas y la sede internacional en Roma. Los líderes jesuitas de todos los países se reúnen cada cierto tiempo para las llamadas Congregaciones Generales, frecuentemente para elegir un nuevo Superior General y tratar asuntos importantes a los que se enfrenta la orden, la Iglesia y el mundo. Se han llevado a cabo 36 Congregaciones Generales a lo largo de la historia de los jesuitas, y son el organismo rector superior de la Compañía de Jesús.
NUESTRA MISIÓN
Trabajar por la reconciliación cada día: con Dios, con los seres humanos y con el medio ambiente.
- Responder con rigor intelectual a las cuestiones más desafiantes de nuestro tiempo.
- Emplear el discernimiento ignaciano en la toma de decisiones.
- Cuidar de los pobres, los vulnerables y la tierra, nuestra casa común.
- Servir a la Iglesia con creatividad y con fidelidad a nuestra tradición jesuita.
- Superar las divisiones sociales y fomentar el entendimiento entre personas y culturas diversas.
- Colaborar a escala regional, mediante asociaciones y en redes, para servir al pueblo de Dios.
La obra de la reconciliación
La fe, la justicia y la solidaridad con los pobres y los excluidos son elementos centrales de la misión jesuita de reconciliación. En el «Decreto 1: Compañeros en una misión de reconciliación y justicia», la Congregación General 36 de los jesuitas sostiene: «Más que preguntarnos qué debemos hacer, buscamos comprender cómo Dios nos invita -a nosotros y a tantas personas de buena voluntad- a participar en esa gran obra».
La obra de reconciliación de los jesuitas es triple: con Dios, con la humanidad y con la creación. Aunque hablamos de tres formas de reconciliación, las tres son verdaderamente una obra de Dios, interconectada e inseparable.
Nuestros ministerios se extienden por todo un mundo de necesidades humanas: desde parroquias a prisiones, desde centros de retiro a reasentamientos para refugiados, desde escuelas a hospitales.
Y cuando hablamos de «nuestros» ministerios, no sólo nos referimos a los que llevan la sigla «S.J.» tras su nombre, los miembros consagrados de la Compañía de Jesús. Un número cada vez mayor de laicos participan también en nuestras obras, ayudando a dirigir nuestras instituciones, como colaboradores en la misión.
Colaboramos porque vemos a Cristo en el otro. La colaboración está en el corazón de la misión jesuita contemporánea.
Para todos aquellos animados por la visión jesuita, el ministerio es una aventura. Hay una cita que a menudo (aunque quizá erróneamente) se le atribuye a San Ignacio: «Id, incendiad el mundo». Más allá de su origen, creemos que su sentimiento es verdadero.
Eso es lo que decimos a los jóvenes de nuestros institutos, colegios y universidades. Es lo que decimos a los empresarios y demás personas que participan en nuestros numerosos programas que vinculan la espiritualidad con las vocaciones profesionales. Y es el espíritu que subyace en todos nuestros ministerios, que a menudo se expresa en una frase asociada desde hace mucho tiempo a nuestra orden, Ad Maiorem Dei Gloriam («A la mayor gloria de Dios»), a menudo abreviada como AMDG.
Nuestra vocación universal
Aunque esté organizada en diferentes jurisdicciones locales y nacionales, la Compañía de Jesús es esencialmente una comunidad global. Los más de 14.000 jesuitas de todo el mundo proceden de más de 110 países y pertenecen a más de 60 provincias, pero la orden tiene «un carácter universal que trasciende» estas fronteras, de acuerdo a una declaración oficial de los jesuitas. Estamos llamados a «ir a cualquier parte a través de las fronteras geográficas y culturales donde haya necesidad de trabajar con Cristo» para la gloria de Dios.
Estamos unidos en nuestra diversidad y somos cada vez más globales en nuestra mirada. «El mundo es nuestra casa», decía el jesuita Jerónimo Nadal. Se refería, por un lado, al mundo fuera de las iglesias y monasterios, pero también a las multitudes del pueblo de Dios y a la extensión de las culturas humanas. Como explicaron los líderes jesuitas en su Congregación General de 2008: «El mundo entero se convierte en objeto de nuestro interés y preocupación».
El P. Arturo Sosa, S.J., Superior General de los jesuitas, ha dicho que «se pueden encontrar jesuitas, verdaderos jesuitas, en todas las regiones, en todos los colores, en todas las actividades. Creo que eso es un signo de la Iglesia para el mundo. Lo que nos une a todos en nuestra diversidad es nuestra conexión con Jesús y el Evangelio, y esa es la fuente de la creatividad de la Compañía y de las personas con las que compartimos la misión».
Como orden misionera, los jesuitas canadienses y estadounidenses y sus compañeros laicos van a esa casa global. Los jesuitas sirven en campos de refugiados, donde el Servicio Jesuita a Refugiados patrocina escuelas para niños, junto con muchos otros servicios. Los jesuitas trabajan por la promoción de la justicia, la paz y el cuidado de la creación (conozca más sobre los ministerios sociales aquí).
Por supuesto, los jesuitas también sirven en ministerios espirituales por todo el mundo. Entre ellos está el Apostolado de la Oración, que es un grupo de oración mundial con ofrendas diarias en línea. El Apostolado ha sido llamado «el grupo de oración del Papa», porque también difunde sus intenciones personales: en favor de las vocaciones sacerdotales, por ejemplo, o del respeto mutuo entre las religiones del mundo. Otro ministerio espiritual son las Comunidades de Vida Cristiana, una asociación de laicos patrocinada por los jesuitas que ha creado pequeños grupos para compartir la fe en unos 60 países.
Un ministerio menos típico es el Observatorio Vaticano, una de las instituciones de investigación astronómica más antiguas del mundo. Está dirigido por astrónomos jesuitas que miran por sus telescopios en Tucson, Arizona, y en Castel Gandolfo, la residencia de verano papal.
Educar a los líderes eclesiásticos
Además, la Compañía de Jesús tiene responsabilidades cruciales en Roma en nombre de la Iglesia Universal. Entre ellas, es especialmente importante la educación y formación de los futuros líderes de la Iglesia.
Los jesuitas llevan a cabo esta tarea en varias instituciones, como la Pontificia Universidad Gregoriana, el Pontificio Instituto Bíblico y los Pontificios Institutos Orientales. Los tres atienden actualmente a más de 3.500 estudiantes de 120 países de seis continentes. Los estudiantes se preparan para servir como sacerdotes, religiosas, religiosos y líderes laicos. Tienen un fuerte impacto en la Iglesia: entre los graduados de las tres instituciones se encuentra una cuarta parte de los actuales obispos del mundo y la mitad de los cardenales que votaron en el último cónclave papal.
Los jesuitas estadounidenses y canadienses participan activamente en todos los ministerios internacionales. Sus provincias o jurisdicciones regionales asumen la responsabilidad del ministerio en regiones que actualmente no están atendidas por una provincia jesuita en el extranjero.