2022 Ordenaciones

Manuel Chavira Jr., SJ

Ciudad natal: Fullerton, California

Provincia: Oeste de los Estados Unidos

Hechos destacados de su formación jesuita:

Vivió con el pueblo Yupik y lo sirvió en la región del Delta del Yukón-Kuskokwim, en el oeste de Alaska, durante su experiencia en la pobreza en el noviciado.
Vivió y trabajó con hombres sin hogar y en rehabilitación en la Casa Blanca en Portland, Oregón, durante su experiencia en la pobreza del noviciado.
Sirvió a jóvenes y hombres encarcelados en el sistema penitenciario de California durante su noviciado y magisterio.

Después de su ordenación:
Servirá como capellán católico en la prisión estatal de San Quintín.

Manuel con su madre, Carmen, y su padre, el diácono Manuel

Manuel con sus compañeros del Regis College en una excursión. En la foto, en la fila de atrás, de izquierda a derecha: Manuel; Sor Catherine Holtzheyer, XMCJ; Lucie Hanak. Fila delantera, de izquierda a derecha: José Castro; Virginia Mervar; Stephen Noon, SJ.

Formación:
Licenciado en Filosofía por la Universidad de California, Berkeley; Master en Divinidad por el Regis College de la Universidad de Toronto; Licenciado en Sagrada Teología por el Regis College de la Universidad de Toronto; Master en Sagrada Teología por el Regis College de la Universidad de Toronto.

¿Qué le da alegría?
Esta es una gran pregunta. A menudo me han preguntado: ¿eres feliz? Y aunque soy feliz haciendo lo que hago no es lo mismo que la alegría. Yo era muy feliz antes de ser jesuita, pero, por alguna extraña razón, nunca reconocí la alegría que experimenté en esa primera felicidad. Creo que se debe a que antes de ser jesuita, siempre había un sentido de dar y recibir en mi felicidad. Era más feliz cuando me daban algo a cambio de lo que yo daba o cuando me daban algo gratis. Como el amor que me mostraban mis padres. Sin embargo, como jesuita no solo experimento la felicidad, sino una alegría que surge porque no espero nada a cambio de lo que intento dar. Todo lo que intento hacer estos días es dirigirme a Cristo. Y es en esto donde encuentro una alegría increíble. Una vez me encontré con un grupo de presos en San Quintín que estaban haciendo juntos un estudio bíblico improvisado. Cuando entré en la sala, todos me miraron y me preguntaron: «Manny, ¿puedes darnos la comunión?». ¡Qué gran alegría me produjo eso! Porque vi, en sus ojos, su amor por Cristo. Su deseo de seguirlo como yo estoy tratando de hacerlo. No sé de dónde venía esta alegría. Era como si los viera en una relación con Cristo y me convirtiera en parte de ella. Esto no sucede todo el tiempo, por supuesto, pero sí lo suficiente como para sostenerme en esta vocación extrañamente hermosa.