En respuesta a un mundo que sufre de muchas maneras, los jesuitas y nuestros socios en la misión trabajamos por la reconciliación con Dios, con los demás y con la creación de Dios.
Nos guiamos por nuestras cuatro Preferencias Apostólicas Universales (PAU), que nos dan un horizonte para nuestra misión durante el resto de esta década:
Estas son las preguntas que guiaron a la Compañía de Jesús en todo el mundo mientras compartíamos un proceso de 16 meses de reflexión orante y diálogo sobre nuestra misión en este momento de la historia.
Guiado por el Espíritu Santo, el Superior General de los jesuitas, P. Arturo Sosa, coordinó el proceso de discernimiento. En 2019, el Papa Francisco confirmó las Preferencias Apostólicas Universales como guías adecuadas para el ministerio jesuita. Las PAU no deben llevarse a cabo aisladamente unas de otras ni marcarse como elementos de una lista. Más bien, deben animar nuestra energía apostólica en todas las áreas y proyectos del ministerio.
Queremos compartir con los demás el descubrimiento más fundamental de nuestras propias vidas: Jesucristo. Y creemos que los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y la espiritualidad ignaciana proporcionan a los discípulos herramientas increíbles para discernir opciones complejas en nuestras vidas, encontrar a Dios en todas las cosas en medio del ajetreo y crecer en la relación con Jesús y su Iglesia.
Nos comprometemos a caminar con las víctimas del abuso de poder, del abuso de conciencia y del abuso sexual; con los marginados de este mundo; con todos aquellos que la tradición bíblica conoce como los pobres de la tierra.
Creemos que nuestros ministerios pueden contribuir de manera importante a crear espacios abiertos a los jóvenes en la sociedad y en la Iglesia. Estos espacios deben ayudar a los jóvenes a discernir el camino por el que pueden alcanzar la felicidad contribuyendo al bienestar de toda la humanidad.
Como nos recuerda el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’, la creación clama hoy como nunca antes. Y la crisis medioambiental actual tiene un impacto desproporcionado en los pobres y vulnerables. Naciones y pueblos enteros necesitan una «conversión ecológica» si queremos responder a la llamada de Dios a ser administradores de este planeta.
Queremos compartir con los demás el descubrimiento más fundamental de nuestras propias vidas: Jesucristo.
Nuestra tradición exige que vivamos en el mundo. Así es como lo hacemos:
Los ministros laicos están trabajando con los recién graduados de los colegios jesuitas que quieren continuar su formación como personas al servicio de los demás y del mundo. Están llegando a empresarios y profesionales que se enfrentan a los retos del mundo laboral, utilizando las herramientas de la reflexión ignaciana. Los laicos están asumiendo funciones de liderazgo en una amplia gama de ministerios e instituciones jesuitas.
Los laicos, así como los miembros de otras órdenes religiosas que colaboran con la Compañía de Jesús, están ayudando a construir una comunidad ignaciana ampliada. Están entrando en el corazón de la misión y del ministerio jesuita.
En la 35ª Congregación General, los jesuitas reafirmaron una vez más este desarrollo dentro de la Compañía de Jesús. Refiriéndose a las palabras del Papa Benedicto: «La Iglesia os necesita», la congregación declaró: «Debemos a su vez mirar a nuestros colaboradores en la misión y decir, con gratitud y afecto, que la llamada que hemos recibido es una llamada compartida por todos nosotros».
Cuando rezó por los jesuitas, días después de suceder a Benedicto, el Papa Francisco también dejó claro que extendía su bendición a «todos los que cooperan con la Compañía de Jesús en sus actividades, los que se benefician de sus buenas obras y participan de su espiritualidad».
En una empresa histórica por la búsqueda de justicia y reparación racial, los descendientes de antepasados esclavizados y vendidos por los jesuitas y los jesuitas de Estados Unidos se asociaron para crear la Fundación Descendientes por la Verdad y la Reconciliación [Descendants Truth & Reconciliation Foundation, DTRF].
La DTRF, lanzada en marzo de 2021 por la Asociación de Descendientes GU272 y los jesuitas, es la primera asociación de este tipo entre los descendientes de los esclavizados y los actuales sucesores de los esclavizadores.
La misión de la DTRF es apoyar las aspiraciones educativas de los descendientes para las generaciones futuras y desempeñar un papel destacado en el compromiso, la promoción y el apoyo a programas y actividades que destaquen la verdad, aceleren la reparación y la reconciliación raciales y hagan avanzar la justicia y la igualdad raciales en Estados Unidos.
La DTRF tiene sus raíces en los acontecimientos de 1838, cuando 272 hombres, mujeres y niños esclavizados fueron vendidos por los jesuitas propietarios de la Universidad de Georgetown a los dueños de las plantaciones de Luisiana. Su misión, sin embargo, va más allá de la reconciliación con los acontecimientos de este único momento de la historia. La DTRF aspira a desarrollar una plena comprensión y reconciliación con las numerosas instituciones de enseñanza superior y otras entidades que se beneficiaron de la esclavitud.
Para saber más sobre la historia de la esclavitud jesuita y la labor de la DTRF, visite Descendants.org
