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El arzobispo salvadoreño Oscar Romero en una foto de 1979 en San Salvador (foto de CNS/Octavio Durán)

23 de mayo de 2015 —El Papa Francisco ha beatificado hoy al Monseñor Oscar Romero, acercando al mártir un paso más hacia la santidad. Abierto defensor de los pobres, el bendito arzobispo fue asesinado a balazos el 24 de marzo de 1980 cuando celebraba la misa en un hospital en San Salvador, El Salvador, durante la guerra civil de este país. Su misa de beatificación fue uno de los mayores acontecimientos públicos de la historia de El Salvador, con una multitud estimada en 250,000 personas.

El Cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, celebró la misa en la Plaza Divino Salvador del Mundo de San Salvador. Asistieron 200 obispois y 1,200 sacerdotes; usaban vestimentas rojas significando el martirio, con el lema episcopal del Monseñor Romero: “sentir con la iglesia”, también traducido como “pensar con la iglesia”.

El Monseñor Romero hizo un llamado para poner fin a la violencia y asesinato de civiles durante la guerra civil de El Salvador, que duró desde 1979 hasta 1992. Se inspiró en su gran amigo, el padre jesuita Rutilio Grande, que fue asesinado por su labor en pro de la justicia para los pobres en El Salvador en 1977. En el funeral de Grande, Monseñor Romero dijo: “la liberación que predicaba el Padre Grande estaba inspirada por la fe”.

En la fachada del Teatro Nacional de San Salvador se encuentra un lienzo de grandes dimensiones que representa al Monseñor Romero. (Foto de CSN/Octavio Durán)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En febrero, el Papa Francisco reconoció formalmente que Monseñor Romero fue asesinado “por odio a la fe cristiana” , y no por razones puramente políticas. Además, el Vaticano anunció que se había abierto el proceso de santidad del Padre Grande.

Los eruditos y los teólogos concuerdan en que Monseñor Romero estuvo fuertemente influenciado por la labor pastoral con una clara opción por los pobres, lo que el Padre Francisco Grande llevó a cabo en comunidades rurales del norte de San Salvador. Hablando del Padre Grande, Monseñor Romero dijo: “Cuando vi a Rutilio mientras yacía muerto ahí, pensé: ‘Si lo han asesinado por hacer lo que hacía, entonces yo también tengo que recorrer el mismo camino”.

El padre jesuita Tom Greene, rector de la casa de estudios Bellarmine House of Studies en San Luis, asistió a la beatificación en El Salvador. “Para mí personalmente, la beatificación significa mucho, porque Romero es mi héroe; alguien que puso su vida en juego por los pobres cuando podía haber suavizado su mensaje para seguir vivo”.

En su homilía más famosa, justo un día antes de su asesinato, Monseñor Romero hizo un llamado a los soldados para que pusieran fin a la violencia en su país: “En el nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada vez más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios, que cese la represión”.

Los jesuitas oraron ante la cripta de Monseñor Romero en El Salvador como parte de la delegación de jesuitas de los Estados Unidos que viajó al país el año pasado. (Jennifer Smith-Mayo)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Padre Greene dijo que Romero “sentía una inclinación por los pobres por lo que los pobres habían hecho por él; eso resuena con mi experiencia de trabajar con los pobres”.

En la misa de beatificación, el altar tenía una reliquia: parte de la camisa que Monseñor Romero llevaba puesta cuando fue asesinado a balazos y que seguidamente quedó empapada en la sangre del mártir. El escenario también presentaba una imagen grande de Nuestra Señora de la Paz, la patrona de El Salvador. Los organizadores prepararon un espacio VIP para los pobres, para los campesinos, para las personas indígenas del país, todos los que Monseñor Romero favorecía.

El Papa Francisco y Mauricio Funes, antiguo presidente de El Salvador, miran un relicario que contenía parte de la vestimenta de Monseñor Romero manchada de sangre en 2013. (foto de CNS/Alessandro Bianchi, Reuters)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La beatificación es una gran validación de la obra tanto de la Compañía de Jesús y otros grupos de la sociedad involucrados en la lucha por la justicia en Centroamérica, según el Padre Greene.

El Padre Greene también reflexionó sobre la rapidez con la que pueden cambiar las cosas. EN 2001, la primera vez que el Padre Greene viajó a El Salvador, visitó la tumba de Romero y la encontró bastante insignificante: en el sótano de una catedral con algunas flores marchitas y una pancarta improvisada. Cuando asista a la misa de beatificación este sábado, habrá una multitud de 250,000 personas y más de 1,000 sacerdotes. “Es hermoso ver que obtenga el reconocimiento”, dijo el Padre Greene. No puedo creer que voy a asistir y me siento muy emocionado de hacerlo”.

De acuerdo al padre jesuita Tom Reese, la decisión del papa de declarar mártir a Monseñor Romero abre las puertas para que la iglesia proceda en los casos de otros sacerdotes y monjas que fueron asesinados durante el conflicto en El Salvador. En 1989, soldados de élite salvadoreños asesinaron a seis jesuitas, sus ama de llaves y su hija en la Universidad Centroamericana en El Salvador, un crimen que conmocionó al mundo. [Fuentes: Crux, Wall Street JournalCatholic News Service]. Los informes de America Media desde el Hospital Divina Providencia, la capilla donde Romero fue martirizado mientras celebraba una misa el 24 de marzo de 1980:

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