Misionado en la Parroquia de San Pedro Claver en Punta Gorda, Belice.
Licenciatura en educación musical, Universidad Eastern New Mexico; máster en filosofía, Fordham University; máster en divinidad, Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara.
¿Cuál es una afición que ha cultivado como jesuita, y por qué es importante para usted?
En mi tiempo libre, me gusta producir música electrónica. La música es una parte importante de mi vida, y me gusta tanto tocar como componer. Las herramientas de producción de música electrónica ofrecen posibilidades ilimitadas para la creatividad. En los últimos años he pasado muchas horas jugando con sintetizadores y samplers. He aprendido que casi cualquier sonido puede incorporarse a una canción, desde el ruido blanco hasta las monedas que ruedan por el mostrador. Esto se traduce en que casi cualquier sonido puede servir de inspiración musical.
¿Cómo ha cambiado su espiritualidad desde que entró en la Compañía?
Solía pasar mucho tiempo rezando sobre grandes preguntas al principio de la formación jesuita: ¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú, Dios? ¿Qué sentido tiene la vida? Las contemplaciones ignacianas fueron importantes para sentir estas preguntas mientras me preguntaba dónde me quería Dios. Siento que mi espiritualidad, tanto en cómo rezo como con qué rezo, se ha simplificado con los años.
Mis sentimientos en la oración son relativamente estables. Hay algunas consolaciones y desolaciones más fuertes que aparecen, sobre todo en relación con el discernimiento de las grandes decisiones que vienen en la vida, pero siento que los grandes vaivenes no ocurren tan a menudo como al principio. El rosario ha cobrado mucho más sentido para mí, al igual que la Liturgia de las Horas. Me gusta mucho rezar con la Escritura, sobre todo con los Salmos. La petición que hago cada día es que Jesús me dé la gracia de amar como él amó cuando caminó por nuestro mundo.