Formación:
Licenciatura en Antropología, Universidad de DePaul; maestría en Filosofía, Universidad de Fordham; maestría en Divinidad, Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara
¿Cuéntenos una afición que haya cultivado como jesuita, y por qué es importante para usted?
Empecé a practicar yoga al año de terminar mi servicio voluntario en Belice y antes de entrar con los jesuitas. Me encanta cómo el yoga reúne actividades que se vinculan con aspectos de lo que soy: lo espiritual, lo físico, lo intelectual, lo comunitario. Cuanto más practico el yoga, más descubro su valor y relevancia para mi identidad y el mundo.
Un mes después de empezar a practicar yoga, asistí a un fin de semana de “Come and See” [”Ven y verás”] en el noviciado de los jesuitas para discernir si la vida jesuita era una buena opción para mí. Ese domingo por la noche, después de terminar un maravilloso fin de semana, asistí a una clase de yoga. Mientras estaba tumbado en la última postura de descanso (savasana), tuve la sensación de ser sostenido por Jesús mientras me limpiaba el sudor y las lágrimas de la cara, y me decía: «Confía en mí, estoy contigo». Me di cuenta de dos cosas: 1. El yoga me ayudó a conectarme con la parte espiritual más profunda de mí mismo. 2. Mi deseo de entrar con los jesuitas era real, y necesitaba confiar y creer que podía ser un llamado de Dios.
Unos años después de entrar con los jesuitas, participé en una formación de 200 horas para maestros de yoga y empecé a enseñar «Chapel Yoga» en la Universidad de Fordham. Las clases de yoga de los martes a las 9:15 de la noche en la capilla ofrecían un entorno muy propicio para introducir prácticas físicas y espirituales procedentes de la tradición ignaciana y del yoga. En los años siguientes, el yoga ignaciano surgió como una organización, ya que me asocié con otras personas formadas en estas dos tradiciones para ofrecer programas en centros de retiro, escuelas, parroquias y en línea.
Lo que comenzó como un pasatiempo y un ejercicio físico se convirtió en una práctica espiritual y un ministerio que ha sido una parte significativa de mi formación y vocación jesuita. Estoy muy agradecido a mis superiores y a la Provincia Jesuita del Medio Oeste por apoyar mi formación en yoga y mi iniciativa de integrarlo con la espiritualidad ignaciana.