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Brad Mills

Ciudad natal
Santa Clara, California
Provincia
Jesuitas Provincia USA del Oeste

Biografía

Formación:
Licenciatura en Psicología y Ciencias Ambientales, Universidad de Santa Clara; maestría en Trabajo Social, Universidad de Saint Louis; licenciatura en Sagrada Teología (equivalencia), Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.

¿Cómo ha cambiado su espiritualidad desde que ingresó en la Compañía?
Desde que entré en la Compañía de Jesús mi espiritualidad se ha vuelto más auténtica, menos rígida y más sencilla. Se ha vuelto más auténtica en el sentido de que traigo más de lo que soy a mi oración: mis preocupaciones, mis inquietudes, mis inseguridades, mis pasiones, mis deseos más profundos. Me he vuelto más capaz de aportar todo lo que soy a mi oración, incluso si algunos días todo lo que puedo reunir es un intento parco y muy distraído de escuchar a Dios. Confío en que Dios acepta todos mis intentos de oración por lo que son, al igual que Dios acepta todo lo que soy.

Imagine que pudiera viajar en el tiempo y se encuentre consigo mismo el primer día que entró en la Compañía de Jesús. ¿Qué consejo se daría?
Si pudiera hablar conmigo mismo el día que entré en el noviciado, me diría que confiara en el valor de trabajar con las personas de forma sencilla. Hoy y en el pasado los jesuitas han estado llenos de miembros que son profundamente carismáticos y han creado movimientos y obras muy conocidos que han impactado positivamente en la vida de miles de personas. Muchos de estos jesuitas son profundamente admirados, frecuentemente citados y celebrados. Estos «gigantes» de la espiritualidad, su trabajo pastoral y su labor académica son inspiradores, pero pueden ser modelos difíciles si pienso que debo imitarlos. La verdad es que pocos jesuitas están llamados a ser grandes fundadores de obras, y pocos llegan a ser figuras públicas célebres. Más bien, durante mi tiempo como jesuita en los últimos 10 años, los jesuitas que se han convertido en mis mentores y modelos son aquellos hombres que son conocidos sobre todo por el grupo relativamente limitado de personas con las que han trabajado de forma sencilla: como pastores, directores espirituales o amigos, a menudo con sentido del humor y una gentileza sin pretensiones. He llegado a ver esto como mi llamada: hacer pequeñas obras de amor para los individuos, en el día a día. Al centrar mi vida en esta misión, soy más capaz de ver con claridad cómo Dios me llama a amar a los demás en el aquí y ahora: en formas ocultas, sencillas y cotidianas que construyen comunidad y fraternidad.

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