Douglas trabajará en la iglesia St. Peter en Charlotte, Carolina del Norte.
Douglas J. Ray, S.J. nació en Yonkers, Nueva York, y creció en el Bronx y en Manhattan. Conoció a los jesuitas cuando cursaba el jardín de infantes de la escuela primaria, San Ignacio de Loyola, antes de asistir a la escuela secundaria Regis en la ciudad de Nueva York. Doug realizó sus estudios universitarios en la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, donde obtuvo su título en Historia Medieval, antes de estudiar Derecho en Harvard.
Ejerció abogacía en Derecho Bursátil en Nueva York, primero en Pillsbury Winthrop Shaw Pittman LLP y luego en AXA Equitable Life Insurance. Doug comenzó a sentir la llamada al sacerdocio justo después de graduarse de la facultad de derecho, pero no estaba seguro de cómo contestar a ese llamado. Douglas pertenece a la tercera generación de su familia en ser educada por los jesuitas, y esto hizo que se sintiera atraído a buscar más información sobre la Compañía. Luego de varios años de guía espiritual, entró al noviciado en el 2010. De novicio, Doug trabajó en el ministerio del campus de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C. Después de profesar sus primeros votos, estudió filosofía en la Universidad de Fordham en el Bronx, Nueva York. Durante sus estudios en Fordham, trabajó como voluntario en la escuela secundaria Cristo Rey de Nueva York, donde fue mentor estudiantil en el programa de estudio de trabajo corporativo. Luego, Doug trabajó en la Universidad de Fairfield en Fairfield, Connecticut, y allí dirigió el programa de retiros para el departamento del ministerio del campus También enseñó Derecho Comercial en la Escuela Empresarial Dolan. Mientras estudiaba para su maestría en Divinidad de la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College, Doug trabajó como diácono en la iglesia San Ignacio de Loyola en Chestnut Hill en el programa RCIA. Después de su ordenación, trabajará en la iglesia St. Peter, la parroquia jesuita en Charlotte, Carolina del Norte. Su deseo es celebrar su primera misa en la iglesia San Ignacio de Loyola en Manhattan.
Título universitario en Historia, Universidad de Princeton; doctorado en Derecho, Facultad de Derecho de Harvard; maestría en Recursos Filosóficos, Universidad de Fordham; maestría en Divinidad, Escuela de Teología y Ministerio de Boston College.
Hace unos años, pasé el verano trabajando en la Misión de San Francisco en la Reserva Rosebud en South Dakota. Un anciano Lakota me enseñó los fundamentos básicos del tejido de cuentas, y me ha encantado hacer eso desde entonces. Es una práctica tranquila y contemplativa que me permite expresarme con la creación de diseños para brazaletes y otros artículos decorativos. Requiere de una gran atención a los detalles, pero no implica palabras, lo que hace que esta actividad sea un escape relajante de mis estudios de filosofía y teología. También me encanta la experiencia de tomar un montón de cuentas de diferentes colores y algunos hilos y ver cómo mis manos los convierten en algo hermoso.
Antes de unirme a los jesuitas, la imagen que tenía de Dios era la de una figura lejana y benévola. Lo veía como a un Dios omnipotente y amoroso de una manera abstracta, pero no era alguien con quien yo podía tener una relación porque estaba más allá de mi entendimiento. En el noviciado, conocí a Jesús como a un amigo. Él se convirtió en alguien que me escuchaba cuando yo tenía la necesidad de hablar, y quería pasar tiempo conmigo. El desarrollo más grande en mi espiritualidad en los últimos años ha sido la aceptación de que estas dos imágenes son ciertas: Dios es un ser todopoderoso y transcendente, y a la vez alguien que está cerca de mí y quiere tener una relación muy personal conmigo.
Me diría que tengo que relajarme. Pasé la mayor parte de mi formación tratando de ser un jesuita "perfecto" hasta que me di cuenta de que no existe tal cosa. La mayor parte de nuestra formación consiste en aprender a vivir en libertad, y mi deseo de hacer las cosas a la perfección a menudo se interponía en mi camino.