Formación:
Licenciatura en filosofía y humanidades, Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó, República Dominicana; licenciatura en teología, Universidad Laval.
¿Cuál es su película favorita desde que entró en la Compañía?
Mi película favorita es La Misión (1986), que incluye una variedad de figuras jesuitas. Cada personaje es único, pero todos están motivados por el mismo deseo de servir a Dios en medio de su pueblo. Incluso han llegado a sacrificar sus vidas. Esto encaja bien con la idea de que un jesuita es un hombre para los demás.
¿Cuéntenos una experiencia particularmente significativa que tuvo durante su formación, y por qué fue significativa para usted?
Mi ministerio en el hospital, como parte de mi formación en el noviciado, que ocurrió durante las secuelas del terremoto de enero de 2010 en Haití, me afectó profundamente. Esta experiencia fue muy especial en todos los sentidos. En lugar de sentirme como alguien que estaba allí para ayudar a la gente, me sentí como un ser frágil que se pone a disposición para ayudar a otros que estaban débiles y heridos en cuerpo y alma. Esta experiencia también me permitió descubrir mi capacidad de escucha y mi empatía, y ponerlas al servicio de los demás.
¿Cómo ha cambiado su espiritualidad desde que entró en la Compañía?
Una respuesta sencilla es que no tenía tanto tiempo dedicado a la oración en mi vida diaria antes de entrar en la Compañía. Una segunda cosa es que no tenía tanta experiencia o conocimiento en varias formas de oración, como la meditación, la contemplación, etc. Una cosa es cierta: Mi relación con Dios se ha intensificado, y puedo acercarme a él como un amigo habla con otro, como nos invitan a hacerlo en los coloquios durante los Ejercicios Espirituales.