Formación:
Licenciatura en Inglés por la Universidad de Creighton; maestría en Filosofía por la Universidad de Loyola de Chicago; maestría en Divinidad por la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara
¿Cuéntenos una experiencia particularmente significativa que tuvo durante su formación, y por qué fue relevante para usted?
He tenido la oportunidad de formar y ser formado por los jóvenes de este mundo. Desde enseñar inglés en la escuela secundaria en la costa norte de Chicago hasta caminar junto a mi grupo de jóvenes en San Procopio en Chicago, y pasar un verano en Homeboy Industries. He tenido el placer de conocer a tantos jóvenes con esperanza y entusiasmo por un futuro mejor.
Cuéntenos la historia de su vocación en sólo seis palabras.
Resistirse al llamado. Corazón quebradizo. Reconstruido por Jesús.
¿Cómo ha cambiado su espiritualidad desde que entró en la Compañía?
Los primeros años de mi formación como jesuita consistieron en competir con los espíritus de otros: San Ignacio de Loyola, mis hermanos jesuitas y mis propias expectativas sobre los demás. Utilicé mi espiritualidad para intentar replicar las virtudes de los otros. A través de la ruptura de la prueba y el error y de la participación en la vida de los demás, me di cuenta de que tenía que dejar de intentar moldearme a semejanza de los demás. Tuve que dejar que María me sostuviera cuando era frágil. Tenía que dejar que Jesús me humanizara, y tenía que dejar que el Espíritu Santo me forjara con el fuego del amor. Dios no dejó que me recreara en el molde de otras personas. Dios me forjó a través del amor de tantos amigos y compañeros que he conocido en el camino.
