Formación:
Licenciatura en Historia por la Universidad de Xavier; maestría en Educación por la Universidad de Creighton; maestría en Historia Americana por la Universidad de San Luis; maestría en Divinidad por la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara
¿Cuéntenos una experiencia particularmente significativa que tuvo durante su formación, y por qué es relevante para usted?
Durante mis primeros estudios en San Luis serví como capellán de un grupo de estudiantes universitarios que buscaba proporcionar alimentos y acercarse a mujeres que vivían en las calles. Al acompañar a los estudiantes y entablar relaciones con las personas sin hogar, las cuestiones y preocupaciones sobre la vivienda, el empleo y la atención sanitaria adquirieron una dimensión personal, en lugar de únicamente conceptual o política.
¿Quién es un mentor importante que le ha acompañado en su viaje? ¿Qué lo convirtió en un buen mentor?
El padre Joseph Brown, S.J. Antes de conocer a Joseph, sabía lo que significaba hacer ruido, pero no sabía lo que significaba tener voz. Antes de pasar tiempo con Joseph, conocía la frase «hijo de Dios», pero sólo cuando estuve con él llegué a adoptarla como mi identidad principal.
¿Cómo podría explicar el lema de los jesuitas «Ad maiorem Dei gloriam» a alguien que nunca lo ha escuchado?
Me encanta esta pregunta. El lema jesuita «Ad maiorem Dei gloriam» se traduce como «Para la mayor gloria de Dios». Lo utilizamos como lema porque puede servir para comprobar por qué hacemos las cosas que hacemos. Sin embargo, todavía tenemos que preguntarnos, ¿cómo sabemos si algo es para la mayor gloria de Dios? Creo que podemos saberlo respondiendo a dos preguntas: En primer lugar, ¿lo que hacemos ayuda a las personas a reconocer, comprender y experimentar que son amadas? Y en segundo lugar, ¿lo que hacemos ayuda a comunicar lo maravilloso que es realmente el mundo, colmado de la presencia y el amor de Dios? Creo que eso es lo que realmente significa «Ad maiorem Dei gloriam».