Formación:
Licenciatura en Filosofía y Ruso, Universidad de San Luis; maestría en Divinidad, Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara
¿Cuál considera que es su libro favorito desde que ingresó a la Compañía?
El libro The Prophet [El Profeta], de Kahlil Gibran, ha tenido un profundo impacto en mí. A menudo, compro ejemplares usados del libro, escribo una nota en él y luego se lo obsequio a un amigo. La imagen concreta a la que vuelvo una y otra vez es la de Dios como agricultor en época de cosecha y los seres queridos (tú y yo) como espigas. Dios nos lleva hacia sí y nos libera de nuestros cascarones. Nos muele hasta convertirnos en harina y nos convierte en masa. Luego nos asigna «a su fuego sagrado, para que [nos] convirtamos en pan sagrado para su banquete sagrado».
¿Cómo ha cambiado su espiritualidad desde que entró en la Compañía?
Es mucho más sencilla. Cuando ingresé con los jesuitas, la oración consistía en resolver problemas con Dios. Le traía a Dios mis luchas y preocupaciones, cualquier relación difícil o dificultad personal, y esperaba que Dios me ayudara a resolverlos como si fuera un rompecabezas donde sólo Dios pudiera encajar las piezas. A medida que he crecido en mi comprensión de la vida espiritual, mi oración se ha vuelto mucho más tranquila. Ahora, cuando voy a rezar, se parece mucho más a una meditación silenciosa que a la resolución de problemas. Ahora dejo la pelota en el tejado de Dios y dejo que sea él quien dé el primer paso.
¿Quién es un mentor importante que lo ha acompañado en su camino? ¿Qué lo convirtió en un buen mentor?
Un amigo y mentor mío, fallecido recientemente, era un sacerdote diocesano en San Luis. El padre Tim era el ejemplo de una vocación sacerdotal bien vivida. Como alcohólico en recuperación y superviviente de un cáncer, conocía el dolor y las luchas de la gente real y tenía una gran compasión por los olvidados y los solitarios. Era un predicador fantástico y un alma bondadosa. Antes de morir, cuando estaba claro que no podría ser mi sacerdote de investidura, me regaló una cruz para que la llevara el día de mi ordenación en su memoria.