Formación:
Licenciado en Filosofía y Clásicos y Literatura Cristiana Antigua, Universidad Ave María; Máster en Filosofía, Universidad de San Luis; Máster en Divinidad, Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara.
¿Quién es su santo favorito y por qué?
Tengo predilección por San Roberto Belarmino. Era un hombre inteligente, pero siempre quiso poner su aprendizaje al servicio de los demás. La Compañía de Jesús y la Iglesia Católica le pidieron que sirviera en funciones importantes con muchos recursos, pero nunca se olvidó de vivir con sencillez y cuidar de los pobres de su barrio. San Roberto vivió en una época de gran controversia teológica, pero en sus escritos se centró en la importancia de la oración y la caridad. Era un predicador con talento y muy trabajador, y como estoy predicando ahora, estoy muy agradecido de que escribiera una pequeña lista con sus 10 mejores consejos para los que realizan la homilía. Sabía reconocer y fomentar la santidad en los jóvenes: fue director espiritual del también jesuita San Luis Gonzaga.
¿Qué le gusta de la Compañía de Jesús?
En la Compañía de Jesús he llegado a valorar las gracias de ser conocido y de conocer a los demás. Los jesuitas tienen una larga formación. En parte, esto es para prepararnos espiritual, intelectual, moral, humanamente, etc., para el futuro ministerio. Sin embargo, San Ignacio también insistió en la importancia de que la Compañía pueda conocer a un hombre durante mucho tiempo para ver si es adecuado para servir a Dios y al prójimo en esta orden particular. Ha sido bastante consolador ver la seriedad con la que los superiores y las comunidades de la Compañía se toman este deseo de San Ignacio. A través de conversaciones regulares y honestas, llamadas telefónicas, cartas y simplemente pasando nuestras vidas juntos, los jesuitas llegan a conocerse muy, muy bien. Como jesuita, estoy particularmente agradecido por la gracia de ser conocido tan bien por mis compañeros jesuitas. En particular, sin embargo, es un privilegio único de la Compañía de Jesús el tener tantas oportunidades apostólicas de llegar a conocer muy bien a aquellos a quienes servimos.