Para celebrar la fiesta de San Ignacio, le preguntamos a estudiantes de escuelas jesuitas sobre el legado de San Ignacio.
Por Chase Llewellyn
28 de julio, 2020 – Stephen es un hombre sin hogar que se para en la esquina de la calle que está a un par de millas de mi casa. La mayoría de las veces, nadie le da dinero o le habla, y yo me sentía de esa misma manera. A veces a la gente que no tiene casa se la considera como vagabundos que usan el dinero para drogas. Este estereotipo influenciaba mi opinión acerca de los hombres como Stephen.
Le di dinero a Stephen unas cuantas veces, y cada vez que lo hacía el decía «Que Dios te bendiga». Al principio, no pensaba nada al respecto. Sin embargo, mientras lo seguí escuchando decir esa frase, comencé a cambiar mi perspectiva. En nuestros momentos más bajos tendemos a culpar a Dios y lo ponemos en segundo plano.
Sin embargo, Stephen no tiene nada, y aún mantiene su fe en Dios. Mi relación con este hombre comenzó a cambiar. Comenzamos a tener conversaciones breves cada vez que le daba dinero. Con el tiempo, anhelaba verlo. Él reconocía mi carro y mi rostro. Comenzamos a formar una relación.
Cuando la feria estatal llegó la ciudad, Stephen me preguntó al respecto. Él estaba preocupado por el precio de la entrada. Le di dinero y le dije que quería que me contara cuando fuera. La próxima vez que lo vi estaba contentísimo. Exclamó lo mucho que le había encantado la feria. Por primera vez sentí que realmente había hecho algo por él.
Me sentía mal cuando no tenía nada de suelto para darle. Solo lo saludaba con la mano y seguía. Pero una vez, cuando paré en el semáforo y no tenía dinero, él se acercó al carro como siempre.
Bajé la ventanilla y le dije «Lo siento, Stephen, no tengo nada de dinero o comida conmigo hoy». Su respuesta me llenó de emoción y cambió mi visión para siempre. Él contestó «Hombre, eso no significa nada para mí. Sé que tratas de ayudarme, y ya has hecho más de lo que piensas. Tú eres el único que se toma tiempo para hablarme y eso significa mucho para mí».
En ese momento entendí lo que verdaderamente significa ser «un hombre para los demás». Durante todo ese tiempo, yo pensaba que el impacto que producía estaba basado en el dinero, cuando en realidad se trataba de la relación que habíamos formado. Pensaba que yo era el que lo ayudaba en su vida; pero en realidad, Stephen estaba cambiando la mía.
No se le puede poner valor a las relaciones personales. Son las pequeñas cosas, como las conversaciones y las amistades, que marcan una gran diferencia en la vida de los demás.
Esta lección es muy similar al modo en que San Ignacio impactaba a sus seguidores. Él conquistó a sus seguidores al hablar personalmente con ellos y al crear conexiones. Ignacio es el verdadero ejemplo de lo que significa ser «un hombre para los demás». Su mayor impacto fue cambiar la vida de sus seguidores.
Necesito que Stephen sepa el gran impacto que ha dejado en mi vida.
Chase Llewellyn es estudiante en Loyola Blakefield. Muchas gracias a Brendan O’Kane y a Loyola Blakefield por compartir la historia de Chase.