Un concepto teológico moderno que expresa un principio de una misión cristiana implícito en la espiritualidad* ignaciana*; concretamente, que el evangelio* debe presentarse a cualquier cultura dada en términos inteligibles a esa cultura y permitir que crezca en el “suelo” de esa cultura. Dios ya está presente y activo ahí (“la acción de Dios antecede la nuestra”—Congregación general 34 de la Compañía de Jesús (1995), “Nuestra misión y cultura”).
En consecuencia, en el siglo I, San Pablo luchó contra la imposición de las prácticas judías en los cristianos no judíos. Y en los siglos XVI y XVII, los jesuitas Matteo Ricci (1552-1610) y Roberto Nobili (1577-1656) lucharon para mantener elementos de la cultura china y la india al presentar una cristiandad deseuropeizada a aquellas personas solo para que la Iglesia condenara su planteamiento en el siglo XVIII. Idealmente, el evangelio* y una cultura interactúan mutuamente, y en el proceso, el evangelio adopta algunos elementos de la cultura a la vez que ofrece una crítica de otros.