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Historias

12 de octubre de 2018 – Hoy, hace cincuenta años, el 12 de octubre de 1963, el padre americano jesuita Walter Ciszek (1904-1984) llegaba a Nueva York luego de veintitrés años en Rusia, muchos de los cuales los pasó en cautiverio en campos de trabajo forzado en Siberia y en prisiones soviéticas.


La llegada del P. Ciszek a Nueva York en 1963.

Para añadir a la intriga que rodea a la vida de este extraordinario jesuita, la audaz liberación del P. Ciszek –un complicado intercambio de prisioneros– se negoció con la ayuda del presidente John F. Kennedy justo un mes antes de su asesinato. Aunque la vida del P. Ciszek se parece a una película de Hollywood, su experiencia es el resultado de una simple pregunta: ¿Dedicarías tu vida al servicio de los demás? El P. Walter Ciszek respondió a ese llamado tal como lo han hecho los jesuitas durante siglos.


La causa de la canonización del P. Ciszek se inició formalmente en marzo de 2012. La organización Walter Ciszek Prayer League, dedicada a su causa, tiene un museo en el lugar de su nacimiento en Shenandoah, Pennsylvania, en honor a la vida del P. Ciszek.

«La labor de Walter Ciszek es un legado del espíritu fronterizo de la Compañía de Jesús. Es el espíritu de ‘¿Dónde me llama Dios hoy?'» dice el padre jesuita Robert Ballecer, quien se ocupa de comunicación y relaciones públicas en la Curia Jesuita de Roma, la sede principal de la Compañía de Jesús.

«Walter Ciszek contestó a su llamado cuando partió a la Unión Soviética. Hoy en día, los jesuitas trabajan alrededor del mundo en las fronteras –por ejemplo, construyendo escuelas en Malawi y ayudando a los emigrantes en un pequeño pueblo fronterizo entre Estados Unidos y México. Ese es el espíritu de la Compañía; ese es el espíritu de servicio».

P. Ciszek es muy querido por los jesuitas americanos, y los que lo conocen recuerdan su bondad y humildad. Entre otros homenajes, Ciszek Hall, la comunidad de jóvenes jesuitas en «Primeros Estudios» en la Universidad de Fordham, lleva el nombre del P. Ciszek.

Respuesta a su llamado

Nacido en 1904 en Shenandoah de inmigrantes polacos, el P. se unió a los jesuitas en 1928. Al año siguiente, se enteró de que el papa Pío XI estaba convocando a seminaristas para ingresar al nuevo centro ruso en Roma con el fin de preparar sacerdotes para trabajar en Rusia. Para el P. Ciszek, «fue como una llamada directa de Dios».

Enviado como misionero a Roma a estudiar teología y el rito bizantino, P. Ciszek se ordenó en 1937. Sin embargo, como no se podían enviar sacerdotes a Rusia, fue asignado a trabajar en Polonia. Cuando estalló la guerra en 1939, P. Ciszek pudo entrar a Rusia con documentación falsa. Trabajó como obrero no cualificado hasta junio de 1941 cuando la Gestapo lo arrestó como sospechoso de espionaje.

Luego de su arresto, lo llevaron a la famosa prisión Lubianka en Moscú, donde fue interrogado como «espía del Vaticano» y fue sentenciado a quince años de trabajo forzado en Siberia. Aunque lo forzaban a trabajar en una mina de carbón en Gulag, P. Ciszek encontraba la manera de oír confesiones y celebrar la misa.

«A pesar de la adversidad y el sufrimiento padecido, los campos de prisión de Siberia fueron de gran consolación para mí: podía desempeñarme como sacerdote otra vez. Podía celebrar la misa, aunque en secreto, oír confesiones, bautizar, consolar a los enfermos y atender a los moribundos», escribió el padre.

En 1955, la sentencia del P. Ciszek terminó antes de lo previsto ya que había superado su cuota de trabajo. Lo liberaron de los campos de trabajo forzado, pero lo obligaron a vivir en la ciudad Gulag de Norilsk, done trabajó en una fábrica química. Afortunadamente, después de décadas de ser presumido muerto, le permitieron que le escribiera a su familia en Estados Unidos.

En Norilsk, P. Ciszek y otros sacerdotes se ocupaban de una parroquia en crecimiento, pero al poco tiempo la KGB amenazó con arrestarlo si continuaba con su labor. Sin embargo, cuando lo enviaron a otra ciudad, la KGB nuevamente lo forzó a abandonar su labor.


P. Ciszek recibió un doctorado honorario otorgado por la Universidad de Fordham en mayo de 1979.

Más tarde, en 1963, P. Ciszek se enteró que ya podía volver a casa. El presidente John F. Kennedy negoció su liberación, así el padre y otro estudiante americano regresaron a los Estados Unidos a cambio de dos agentes soviéticos. Luego de su regreso, P. Ciszek trabajó en el Centro Juan XXIII de la Universidad de Fordham (ahora Centro de Estudios Cristianos Orientales en la Universidad de Scranton en Pennsylvania), hasta su muerte en 1984.


La tumba del P. Ciszek en el centro jesuita en Wernersville, Pennsylvania

El llamado de los jesuitas a las fronteras

Como el P. Ciszek y sus hermanos jesuitas, la Compañía de Jesús de hoy en día también es llamada a las fronteras.

El P. Ballecer explica: «En la época del P. Ciszek, las fronteras eran límites físicos, partes del mundo que no habíamos explorado completamente. Hoy en día, las fronteras se encuentran a menudo áreas nuevas, incluso los medios de comunicación, la ciencia y la tecnología. Desde jesuitas que trabajan con un equipo de desarrollo en un acelerador de partículas en Europa hasta el programa de educación superior en los márgenes, el cual provee cursos universitarios a los campos de refugiados, los jesuitas aspiran a servir donde hay más necesidades.

Una vida de servicio inspiradora

Luego de treinta años de su muerte, la vida del P. Ciszek todavía inspira a aquellos que consideran la vocación jesuita, especialmente a través de sus dos libros sobre su vida, “Con Dios en Rusia y «Caminando por valles oscuros. También, Loyola Press sacó a la luz en 2016 una colección de escritos no publicados, “Con Dios en América.

El P. Ballecer dice que el P. Ciszek hoy en día es más relevante que nunca. «Una vida al servicio como la de Walter Ciszek significa compromiso; significa algo que es desconocido; significa renunciar al control de tu vida por algo que es más grande que tú. ¿Qué harás cuando alguien te pida hacer algo difícil, pero que vale la pena?

En Caminado por valles oscuros, F. Ciszek escribió: «Mi objetivo al entrar a Rusia fue el mismo desde el principio hasta el final: ayudar a encontrar a Dios y alcanzar la vida eterna». Al dedicar su vida al servicio de Dios y su gente, el P. Ciszek logró ambas metas.

Haga clic aquí para descargar una plegaria por el P. Ciszek.