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Los esclavos trabajaban en la plantación y cervecera jesuita y asistían a los servicios religiosos en la iglesia de la Inmaculada Concepción dirigida por los jesuitas, representada en esta mapa de 1766 titulado “Un Plano de Caskaskies”. Adaptado de la imagen publicada originalmente en El estado presente de los asentamientos europeos en el Mississippi, por el Capitán Philip Pittman, 1770.

Los jesuitas coloniales dependían del trabajo de los esclavos indígenas y africanos de la región de los Grandes Lagos y en lo que es ahora Nueva Orleans, Luisiana y Kaskaskia, Illinois. Los jesuitas franceses fundaron Kaskaskia como una misión en 1703 a lo largo del río Kaskaskia, un afluente del río Mississippi en el centro y sur de Illinois, para convertir a la tribu Illini al catolicismo. Los jesuitas construyeron la iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en Kaskaskia en 1714 para atender al creciente número de colonos franceses. A medida que los comerciantes de pieles y otros colonos comenzaron a poblar la zona, Kaskaskia se convirtió en un pueblo y fue un centro principal de actividad política y social en Illinois a través de las primeras décadas del siglo XIX.

Los propietarios de esclavos en el Illinois colonial tenían esclavos tanto indígenas como de descendencia africana. Los esclavos indígenas americanos a menudo trabajaban junto con los descendientes de africanos en Illinois, ya que los líderes indígenas habían intercambiado cautivos esclavizados para organizar el poder y crear alianzas con otras naciones indígenas mucho antes de que llegaran los colonizadores franceses. Los jesuitas de Kaskaskia obtuvieron trabajadores esclavos indígenas americanos por medio del comercio o los recibían como regalos, a menudo de otros pueblos indígenas con quienes colaboraban como señal de buena voluntad. Por ejemplo, en 1670, un hombre de la tribu Odawa fue regalado al jesuita Jacques Marquette, un esclavo que había sido capturado por los Illini y fue traspasado a los Odawa.

Los jesuitas en Kaskaskia también estuvieron involucrados en el comercio de esclavos africanos. Los jesuitas franceses se habían convertido en uno de los mayores propietarios de esclavos de la isla azucarera caribeña de Martinica, y fueron un factor influyente en el desarrollo y promulgación del Code Noir (Código negro), una ley francesa. Hacia mediados de los años 1720, el Code Noir dictaba la vida de las personas libres y esclavas de descendencia africana e impusieron la práctica del catolicismo en las colonias francesas, incluido el País de Illinois.

A principios de 1719, los jesuitas en Nueva Orleans y, poco después en Kaskaskia, podían obtener esclavos de la costa occidental de África y luego trasladados por el río Mississippi hasta Luisiana e Illinois. Ya en los años 1720, la esclavitud era fundamental para la economía de Illinois. Los historiadores creen que los jesuitas eran dueños de entre 16 y 18 esclavos africanos e indígenas en su plantación de Kaskaskia en 1720. Desde entonces hasta su supresión en 1763, los jesuitas en Kaskaskia eran los mayores propietarios de esclavos en el País de Illinois.

Iglesia de la Inmaculada Concepción en Kaskaskia, Illinois hoy día.

A medida que creció el uso de trabajadores esclavos por parte de los jesuitas en Kaskaskia, dependían cada vez más de los esclavos africanos y sus descendientes. En 1752, los esclavos negros comprendían más de. 40 por ciento de la población total de Kaskaskia. El censo colonial francés revela que Kaskaskia tenía el mayor número de esclavos negros en Illinois, tanto en cantidad como en proporción al total de la población. Por lo general, había una fuerte correlación entre la cantidad de tierra y propiedad inmobiliaria que un colono podía poseer y el número de esclavos de su propiedad.

Los esclavos africanos e indígenas americanos no solo trabajaban y vivían unos al lado de otros, sino que se casaron entre ellos, formaron familias y bautizaron a sus hijos en la Iglesia Católica. Eventualmente, un promedio de unos 35 esclavos trabajaron para los jesuitas en un momento dado. La mayoría de estos esclavos eran africanos, y una minoría eran indígenas americanos, y eventualmente algunos eran de descendencia indígena y africana.

En los manuscritos de Kaskaskia y en los registros de la Iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción en Kaskaskia, se pueden encontrar recuentos de los jesuitas bautizando y oficiando matrimonios de esclavos de los propietarios locales, así como los que ellos mismos poseían. En un registro de 1974 de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, Françoise, una mujer mencionada como “de la nación Chetimacka, esclava de los jesuitas” se casó con Antoine, un hombre de descendencia africana recientemente liberado.

Las personas indígenas constituían una pequeña minoría de la población esclava de Kaskaskia, y había diferencias importantes entre las experiencias de los esclavos africanos y los esclavos indígenas americanos. Los esclavos indígenas eran normalmente mujeres que eran esclavizadas a través de incursiones o guerras, mientras que los esclavos africanos eran hombres en su mayoría.

El historiador Eric Hinderaker sugiera que hubo una división del trabajo entre los esclavos indígenas y los africanos. Es más probable que las personas indígenas realizaran labores domésticas y trabajaran en el comercio de pieles, en tareas como “preparación, agrupación y empaque de pieles”. Los esclavos africanos trabajaban principalmente en la agricultura talando árboles, moliendo grano y preparando el suelo para sembrar como peones agrícolas, aunque algunos también se convirtieron en artesanos. Muchos de los esclavos de las plantaciones de los jesuitas probablemente cultivaron el campo y operaron la molienda y la cervecería de la plantación.

Los jesuitas en Kaskaskia también dependían del trabajo de los engagés (trabajadores contratados) franceses, comparables a los sirvientes contratados. El engagé era un inmigrante a Nueva Francia que trabajaba por cierto tiempo para un patrón, normalmente en el comercio de pieles, en la colonia francesa. Después de que terminaba su servicio, el engagé podía regresar a Francia o quedarse en la colonia. En 1731, los jesuitas utilizaron el trabajo del engagé Pierre Glinel durante dos años. Como pago, los jesuitas suministraban semillas, el trabajo de sus esclavos para la recolección de las cosechas, y madera para construir una casa y postes. Después de completar sus dos años de empleo, los jesuitas acordaron darle a Glinel un esclavo menor de 30 años de edad.

En 1763, debido a las presiones políticas en Europa, Luis XV, el rey de Francia, expulsó a los jesuitas de todos sus dominios, comenzando así la supresión de la Compañía de Jesús en Francia. Los jesuitas fueron expulsados del País de Illinois, Francia, obligados a disolverse y a subastar sus propiedades. Subastaron los edificios en su plantación, incluidas las cabañas de esclavos y sus parcelas de tierra.

En el momento de su supresión, Hinderaker afirma que los jesuitas de Kaskaskia eran propietarios de 68 eslavos, descritos como “en su mayoría obreros, herreros, carpinteros, ebanistas, cerveceros, albañiles, etc.”.

De acuerdo a lo publicado en Woodstock Letters, el 24 de noviembre de 1763, como respuesta al decreto real de su expulsión, los jesuitas forzaron a unos 48 esclavos suyos, descritos como “hombres ancianos, mujeres y niños” de su plantación en Kaskaskia a emprender un peligroso viaje en una barcaza por el Mississippi hasta Nueva Orleans.

Además de sentirse desconcertados y enojados por tenerse que separar de la localidad familiar donde habían construido una comunidad, los esclavos también sufrieron por el frío y la falta de alimentos durante el peligroso viaje. Por la noche, trepaban por orillas empinadas y fangosas tratando de no resbalarse y ahogarse en el Mississippi, para levantar tiendas de campaña en tierra firme para dormir ellos y sus amos jesuitas, y para buscar leña para cocinar y mantenerse calientes. Cuando el grupo de esclavos finalmente llegó a Nueva Orleans, fueron vendidos en una subasta bajo la dirección de la corona francesa.

Algunos jesuitas sobrevivieron como clero secular en seis plantaciones en Maryland, donde continuaron usando fuerza laboral esclava, hasta que los jesuitas fueron restaurados mundialmente en 1814. No fue sino hasta 1823 que la presencia de la posesión de esclavos de los jesuitas volvió a los valles del Mississippi y Ohio, cuando los jesuitas obligaron a seis esclavos a viajar con ellos desde Maryland, de nuevo por barcaza, por el río Ohio para ayudar a establecer su nueva misión en Missouri hacia el oeste. A medida que su presencia misionera se expandió, lo mismo ocurrió con su posesión de esclavos a lo largo de los estados del centro y sur de los Estados Unidos, en lugares como Missouri, Kentucky y Luisiana.

Esta investigación fue compilada por Kelly L. Schmidt, Ayan Ali y Jeff Harrison, S.J. Cita recomendada: Kelly L. Schmidt, Ayan Ali y Jeff Harrison, “Jesuit Slaveholding in Colonial Era Kaskaskia”, Proyecto Esclavitud, Historia, Memoria y Reconciliación, 2020.

Actualizado: Marzo 2020

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